La mejora de los servicios sanitarios y de los tratamientos médicos ha logrado que la esperanza de vida aumente de manera considerable. De hecho, hace un cuarto de siglo las personas mayores de 60 años constituían el 13’4% de la población general, habiendo aumentado en las últimas décadas al 17% (Instituto Nacional de Estadística, 2007). Esto constituye un gran logro ya que vivimos más y somos capaces de superar cantidad de enfermedades que hace años suponían un riesgo para la salud. Sin embargo, también nos ha llevado a un progresivo envejecimiento de la población y por tanto a un incremento de la prevalencia e incidencia de las enfermedades relacionadas con la edad, entre ellas las enfermedades neurodegenerativas y la demencia. La demencia es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria.
Se calcula que entre un 5% y un 8% de la población general de 60 años o más sufre demencia en un determinado momento (OMS). Aunque, en la actualidad, en la mayoría de los casos no podemos predecir qué personas padecerán una enfermedad neurodegenerativa, se conoce que los factores de riesgo más importantes son la edad avanzada y la historia familiar de demencia (Graff-Radford, 2006).
De entre todas las demencias, la Enfermedad de Alzheimer es la que presenta una mayor prevalencia poblacional y por ello ha recibido una mayor atención. En los estadios iniciales del deterioro cognitivo previo a la demencia, los cambios suelen cursar con fallos de memoria en forma de pequeños olvidos, desinterés por las actividades que se realizaban anteriormente o por las relaciones sociales, despistes en la orientación por lugares conocidos y disminución del rendimiento laboral. Conforme la enfermedad avanza, se hace más evidente la desorientación en lugar y tiempo, se expresa con mayor dificultad, comienza a necesitar ayuda para algunas actividades cotidianas, y el humor tiende a ser cambiante e inapropiado en algunas situaciones. Es en esta fase en la que aumenta la probabilidad de diagnóstico de una enfermedad neurodegenerativa. A pesar de que todos los trastornos neurodegenerativos evolucionan, la progresión del deterioro es muy variable en función del trastorno padecido y de características intrínsecas a cada persona. Por ello cobra especial importancia una evaluación completa, tanto neurológica como neuropsicológica, y un seguimiento exhaustivo de cada paciente para comprobar la evolución y realizar un tratamiento personalizado.
El ser diagnosticado de un trastorno neurodegenerativo suele ser una noticia devastadora tanto en el paciente como en sus familiares, siendo fuente de estrés e incertidumbre que afecta a todas las facetas de su cotidianeidad. Sin embargo, existen intervenciones que minimizan eficazmente los síntomas principales, especialmente en las primeras etapas de la enfermedad, logrando además una más lenta progresión de ésta. Así, además del tratamiento farmacológico, gracias a intervenciones neuropsicológicas como la estimulación cognitiva podemos retrasar y enlentecer el deterioro cognitivo global y mejorar incluso durante un tiempo alguna de estas capacidades, como la atención la memoria, la percepción y el control emocional, entre otras (Clare, 2008). Estas intervenciones abarcan aspectos tanto cognitivos como emocionales y conductuales, orientadas a minimizar los déficits y potenciar las capacidades preservadas para, en última instancia, maximizar la independencia del usuario y por tanto lograr la máxima calidad de vida posible durante toda la enfermedad.
En Centro Psicosanitario Galiani disponemos de los últimos avances para garantizar una intervención global eficaz que abarque todos los aspectos de la persona, con el objetivo de frenar la evolución de la enfermedad, mejorar su independencia y calidad de vida, así como asegurar un adecuado afrontamiento de la situación tanto del paciente como de sus familiares/cuidadores.
Bibliografía
- Bermejo-Pareja, F., Benito-León, J., Vega, S., Medrano, M. J., & Román, G. C. (2008). Incidence and subtypes of dementia in three elderly populations of central Spain. Journal of the neurological sciences, 264(1), 63-72.
- Clare, L. (2008). Neuropsychological rehabilitation: A modular handbook. Neuropsychological rehabilitation and people with dementia. New York: Psychology Press.
- Graff-Radford, N. (2006). Enfermedad de Alzheimer: epidemiología, riesgo putativo y factores protectores. Barcelona: Medical Trends.
- Instituto Nacional de Estadística (2007). INEBASE: Indicadores demográficos básicos. España: INE.