Al analizar la conducta de adicción a sustancias, podemos encontrar tres variables muy representativas y que tienen una gran importancia tanto en la causa (base) como en la consecuencia (impacto) del consumo.
A lo largo de los últimos años se viene utilizando la variable calidad de vida como indicador de los resultados de la intervención terapéutica en drogodependencias (Morales-Manrique et al., 2006). En relevantes trabajos de investigación con metodología de grupos (Maeyer, Vanderplasschen y Broekaert, 2009) y entrevistas en profundidad (Maeyer et al., 2011) se observó que los pacientes drogodependientes eran propensos a entender su propia calidad de vida en términos de autodeterminación e integración social, y no tanto en relación a su salud.
Por otro lado, la impulsividad constituye uno de los constructos más estudiados en la actualidad en relación a diversos trastornos psicopatológicos y de personalidad, así como una de las variables más destacadas asociadas a la adicción con sustancias, reiteración del consumo y evolución de la adicción (Verdejo, Lawrence y Clark, 2008). Puede ser definida como la tendencia a cometer determinadas acciones sin realizar ningún tipo de evaluación previa que considere las consecuencias (Adan, 2012). Ésta puede ser una consecuencia derivada del consumo de distintas sustancias (Dougherty et al., 2004) o un rasgo estable de personalidad, el cual no tiene porqué resultar negativo (Rubio et al., 2007).
Si analizamos desde una perspectiva neuropsicológica, la impulsividad se encuentra relacionada con un incorrecto funcionamiento del circuito órbito-medial de la corteza prefontal (Winstanley, 2007) y, en cuanto a la neurobiología, se define como la dificultad de dicha corteza prefrontal para regular las acciones derivadas del cuerpo estriado y de la amígdala (Ernst, Pine y Hardin, 2006). Además, históricamente, se ha analizado la impulsividad como un hecho desadaptativo, asociado a desórdenes psicopatológicos (Flory et al., 2006).
Asimismo, se ha señalado la impulsividad como un componente esencial para la comprensión de los fenómenos adictivos, vinculándose desde tres panoramas complementarios: como elemento que impulsa la aparición de la conducta adictiva; como requisito que se excita en la fase de consumo; y como intermediario en la influencia de otros componentes de debilidad (Perry y Carroll, 2008). De este modo, existen evidencias de que la impulsividad precede al comportamiento adictivo en el ámbito de las sustancias, y en este aspecto destaca el Modelo de Koob y Volkow (2010). Dichos autores concluyen que en la base de la adicción existe un trastorno del control de los impulsos y de tipo compulsivo, por lo que definen la dificultad del control de los impulsos como una sensación subjetiva de estrés que provoca que se lleve a cabo el acto impulsivo, en este caso el consumo de sustancias, provocando un sentimiento de placer y gratificación tras su realización.
Además, la mayoría de los estudios analizan el impacto de la toma de decisiones y la impulsividad sobre los indicadores de adherencia terapéutica y recaída en el consumo. En cambio, son menos los estudios que han analizado como ambos componentes neuropsicológicos se relacionan con indicadores de salud percibida. En este sentido, la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) es un constructo que pretende evaluar el resultado funcional de la enfermedad y de su ocasional tratamiento aplicado a un individuo concreto. Dicho constructo está siendo ampliamente utilizado en el ámbito de las adicciones, debido a las consecuencias para la salud asociadas a este trastorno (Maeyer, Vanderplasschen y Broekaert, 2010).
En consecuencia, los efectos prolongados del uso de drogas sobre el sistema cerebral producen deterioros neuropsicológicos y adaptaciones neurales duraderas que pueden afectar en el funcionamiento de las capacidades ejecutivas, como la toma de decisiones, además de contribuir al desarrollo y la cronificación de procesos aditivos (Volkow, Fowler y Wang, 2004).
En Centro Psicosanitario Galiani disponemos de los últimos avances para garantizar una intervención global eficaz que abarque todos los aspectos de la persona, con el objetivo de aprender a gestionar de manera más adaptativa su impulsividad, mejorar su calidad de vida, así como lograr un aprendizaje en la toma de decisiones, asegurando un adecuado afrontamiento de la situación tanto del paciente como de sus familiares y/o cuidadores.
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Referencias
- Adan, A. (2012). Impulsividad funcional y disfuncional en jóvenes con consumo intensivo de alcohol (binge drinking). Adicciones, 24(1), 17-22.
- Dougherty, D.M., Mathias, C.W., Marsh, D.M., Moeller, F.G., y Swann, A.C. (2004). Suicidal behaviors and drug abuse: impulsivity and its assessment. Drug and Alcohol Dependence, 76, 93-105.
- Ernst, M., Pine, D. S. y Hardin, M. (2006). Triadic model of the neurobiology of motivated behavior in adolescence. Psychological Medicine, 36, 299-312.
- Flory, J. D., Harvey, P. D., Mitropoulou, V., Newm A. S., Silvermanm J. M., Sieverm L. J. y Manuck, S. B. (2006). Dispositional impulsivity in normal and abnormal samples. Journal of Psychiatric Research, 40, 438-447.
- Koob, G.F., y Volkow, N.D. (2010). Neurocircuitry of addiction. Neuropsychopharmacology, 35(1), 217.
- Maeyer, J., Vanderplasschen, W. y Broekaert, E. (2009). Exploratory study on drug users’ perspectives on quality of life: More than health-related quality of life? Social Indicators Research, 90(1), 107 – 126.
- Maeyer, J., Vanderplasschen, W. y Broekaert, E. (2010). Quality of life among opiatedependent individuals: A review of the literature. International Journal of Drug Policy, 21(5), 364 – 380.
- Maeyer, J., Vanderplasschen, W., Lammertyn, J., van Nieuwenhuizen, C. y Broekaert, E. (2011). Exploratory study on domain-specific determinants of opiate-dependent individuals’ quality of life. European Addiction Research, 17(4), 198-210.
- Morales-Manrique, C., Castellano-Gómez, J.C., y Valderrama, R. (2006). Medición de la calidad de vida e importancia de la atención a las necesidades autopercibidas en pacientes drogodependientes. Trastornos adictivos, 8, 212-221.
- Perry, J.L., y Carroll, M.E. (2008). The role of impulsive behavior in drug abuse. Psychopharmacology, 200, 1-26.
- Rubio, G., Jiménez, M., Rodríguez-Jiménez, R., Martínez, I., Iribarren, M.M., Jiménez-Arriero, M.A., Ponce, G., y Ávila, C. (2007). Varieties of impulsivity in males with alcohol dependence: the role of cluster-B personality disorder. Alcoholism: Clinical and Experimental Reserarch, 31(11), 1826-1832.
- Verdejo, A., Lawrence, A. J., y Clark, L. (2008). Impulsivity as a vulnerability marker for substance use disorders: Review of findings from high-risk research, problem gamblers and genetic association studies. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 32, 777-810.
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- Winstanley, C. A. (2007). The orbitofrontal cortex, impulsivity, and addiction. Annals of the New York Academy of Sciences, 1121, 639-655.