Cada vez es más común escuchar en nuestra sociedad el término Inteligencia Emocional y su importancia en cualquier aspecto de nuestra vida personal, social, laboral, deportiva, etc.
Pero, ¿realmente todos conocemos exactamente el significado y las repercusiones que conlleva desarrollar o no Inteligencia Emocional?
Desde esta cuestión, surge la idea de escribir este artículo, con la intención de explicar cómo influye la inteligencia emocional en la práctica deportiva y viceversa, conociendo la existencia de una relación bidireccional entre Inteligencia Emocional y práctica deportiva.
Comenzaremos definiendo la Inteligencia Emocional, entendida como «los procesos implicados en el reconocimiento, uso, comprensión y manejo de los estados emocionales de uno mismo y de otros para resolver problemas y regular la conducta» (Salovey, 1997).
En el deporte, la Inteligencia Emocional tiene una gran relevancia, ya que los elementos intrapersonales e interpersonales conllevan una repercusión directa sobre nuestro rendimiento deportivo, así como con un posible abandono de la actividad deportiva.
Siguiendo la línea de Goleman (1995, 1998, 2012), es posible resumir las competencias emocionales que debe tener todo deportista como:
- Autoconciencia: capacidad para entender los que estamos sintiendo y estar siempre conectado con nuestros valores.
- Autogestión: capacidad para gestionar nuestras emociones de manera que están actúen a favor de nuestro rendimiento deportivo.
- Conciencia social: conocer las normas y redes del grupo al que pertenecemos y empatía hacía nuestros compañeros y adversarios.
- Gestión de relaciones: habilidades para relacionarnos, para comunicar, llegar a acuerdos, para conectar positiva y respetuosamente con nuestros compañeros de equipo o contrarios. En definitiva, capacidad de liderazgo.
El correcto manejo de todas estas competencias emocionales (Inteligencia Emocional) por parte del deportista marca una diferencia importante en cuanto a su rendimiento y estado anímico óptimo que no derivan directamente del propio entrenamiento físico.
Por otra parte, también es importante reflejar cómo influye el deporte en la Inteligencia Emocional. La práctica deportiva exige realizar una gestión adaptativa del estrés y de la ansiedad en situaciones de juego (autogestión emocional), toma de decisiones en función de las características propias (autoconciencia emocional), interacción con compañeros, rivales y cultura organizacional y deportiva (habilidades sociales), iniciativa deportiva (motivación), entender las frustraciones de los demás, las victorias y las derrotas (gestión de relaciones y empatía), etc. Todas estas situaciones muestran como el deporte es una práctica muy importante para el desarrollo y fomento de la Inteligencia Emocional.
Como anteriormente se comentó, existe una relación bidireccional muy estrecha y marcada entre Inteligencia Emocional y práctica deportiva.
Por todo ello, desde Centro Psicosanitario Galiani estamos llevando a cabo durante este año un programa llamado Educación Psicoemocional a Través del Deporte con diferentes clubes de Sevilla capital y provincia, pues consideramos imprescindible que todo deportista entrene también la Inteligencia Emocional como pilar fundamental para una formación y rendimiento óptimo.
Referencias:
- Goleman, D. (2011). Inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós.
- Mestre Navas, J., y Fernández Berrocal, P. (2007). Manual de inteligencia emocional. Madrid: Pirámide.